Viena

Majestuosidad histórica.


Quizá este viaje fue el menos preparado de todos los que he hecho, ya que fue decidido a última hora. Tuve una semana para comprarme la guía, leer todos los foros y preparar el viaje, que además fue combinado. Después de Viena, vendría Praga.Subestimé mucho la capital austriaca y francamente, sólo la elegí por eso de verla y practicar el alemán. Finalmente, y al contrario que la mayoría de viajeros, Viena me encantó y me gustó mucho más que Praga.

La mejor época para viajar a Viena

La mejor época es sin duda el verano. Y aun así, veréis que hace rasquilla ya que en julio y agosto hay una temperatura media de 20 grados. Por lo tanto, no olvidéis llevar una chaquetilla y un paraguas, porque llover, llueve todo el año.

En invierno las temperaturas bajan en picado, y podéis llegar a -5 grados.

El idioma

Se habla alemán, pero podéis comunicaros fácilmente en inglés. No encontraréis muchos lugares en los que comunicaros en español.

¿Cuántos días son necesarios para ver Viena?

Serán suficientes 3 - 4 días.

Los precios

Los precios son ligeramente superiores a los que tenemos en España. Si además os movéis por las zonas más turísticas os podéis encontrar con que os cobren por un espresso cerca de 3€. En cuanto a la comida, y como siempre digo, uno se gasta lo que quiere. Tenéis desde restaurantes más caros, hasta Mcdonalds, pasando por la comida en los puestos callejeros.

¿Dónde alojarse?

A diferencia de otras ciudades, como París, dónde la ubicación no es tan importante, en Viena es esencial. En todos los mapas diferenciaréis la Ringstrasse, una calle en forma circular que rodea los monumentos más importantes de la ciudad y las calles más turísticas. Tanto si estáis dentro como fuera de la Ringstrasse, es muy importante estar cerca de ella, para tener acceso tanto a las principales atracciones tanto por transporte público como a pie. De todas formas, la capital goza de una amplia de U-Bahn (metro) que os permite a llegar a cualquier lado.

Transporte desde el aeropuerto de Viena

Probablemente llegaréis al aeropuerto de Viena - Schwechat en el que tendréis varias opciones a vuestro alcance para llegar a la ciudad que está a 16 KM.

Podéis tomar el City Aiport Train (CAT), que dura 16 minutos y que vale algo más de diez euros. 

En mi opinión, es mejor coger el otro tren, el S7 (S-Bahn) que tarda diez minutos más que el CAT y vale más de la mitad. Para encontrar el S7, tal cuál salgáis de la terminal de llegadas, debéis dirigiros a mano derecha, y seguir las indicaciones que os llevan a "OEBB", lo que viene siendo la "Renfe" española. Pasaréis por una rampa que os lleva a un piso inferior, dónde podéis comprar los billetes en una máquina. De todos modos, hay un mostrador de información dónde podéis preguntar por el S7.Al igual que muchas ciudades europeas, en Viena no hay ningún tipo de control en los billetes de los pasajeros. Por ello, sólo pagamos el primer día, y a partir de entonces, fuimos por el morro sin comprar billete alguno.

Hay que fijarse bien en las indicaciones del tren, éste debe ir dirección a Floridsdorf, y debéis parar en la estación Wien Mitte/Landstrasse. Esta estación está cerca del Stadtpark y podéis llegar al corazón de la ciudad a pie o bien desde la misma estación de Landstrasse que también funciona como parada de Metro.

También tenéis otras opciones, claro está, como el Taxi (alrededor de 50 euros) y el autobús. Pero este último no os lo recomiendo porque sale más caro y es muy lento.


  • Domingo, 10 de agosto de 2014
Llegamos al aeropuerto tras dos horas de vuelo desde Barcelona. El billete de ida, junto con el de vuelta desde Praga costó 250 euros con la compañía Vueling. Obviamente, podéis encontrar algo más barato, pero hay que tener en cuenta que hablamos del mes de agosto y que encima, lo compramos a última hora.

Como siempre, Booking fue la página a través de la cual cogimos el alojamiento (por eso de poder cancelar hasta el último momento de forma gratuita). El hotel elegido fue el Hotel Goldene Spinne, hotel que os recomiendo!. Estábamos alojados fuera de la Ringstrasse, pero muy cerquita del Stadtpark, y a unos diez minutos andando de la Catedral que de hecho, veíamos a través de la ventana. Además, teníamos la parada de metro Landstrasse a tres minutos andando.

El hotel carecía de algunas cosas, como de un wifi en condiciones y un desayuno abundante, pero las habitaciones eran enormes, con mucha luz, y las camas eran más cómodas que las de mi casa. A esto se sumaba la amabilidad del personal, que nos ayudaron en todo momento a situarnos con el mapa.

Como llegamos a eso de las cuatro de la tarde con el S7, y a esas horas muchos museos están cerrados, hoy tocaba callejear. Y como lo más cerca que teníamos era el Stadtpark, pues ahí que fuimos.
Stadtpark

Es curioso, supongo que como los vieneses no tienen playa, van a pasar la tarde al parque. El parque es enorme, y podéis ver a muchos ciudadanos en bañador y bikini tirados encima de una toalla en el césped. Desde luego a Viena no le faltan parques ni jardines, pero éste es el más grande y el más importante para lo vieneses.

Incluso a mi, que no me gusta perder el tiempo en parques, me gustó el Stadtpark. De aquí podemos destacar, no sólo los pequeños estanques de agua ni los chiringuitos, sino la preciosa estatua (la de la foto) del famoso compositor austriaco Johann Strauss. Los que hayáis estado en Viena ya habréis percibido que toda la ciudad está dedicada a la música, desde las paredes del aeropuerto repletas de partituras, hasta los bombones con envoltorios de Mozart.

Hacía mucho calor, y casi a aquella hora en la que uno ya ha comido, se hacía un poco insufrible andar. Pero como os he dicho, en Viena refresca incluso en verano y el Sol no iba a durar mucho más.

Yo ya llevaba en mi guía marcada mi siguiente visita, y andamos diez minutos hacia el sur. Viena no es muy grande y podéis andar de un lado a otro, siempre y cuando estemos hablando de la zona turística. Por el camino encontramos una plaza inesperada que apenas salía en nuestros mapas, la Schwarzenbergplatz (sí hijos, iros acostumbrando a estos nombres inacabables), una pequeña plaza, muy bonita y en la que vale la pena parar a tirar unas fotos.

Schwarzenbergplatz

Lo que más llama la atención de este lugar es su fuente, ya que el agua cambia de color. Al fondo de la fotografía, podéis ver una estatua, dedicada a los caídos en la guerra y que simula un soldado ruso.

Como supongo que querréis visitar la Karlsplatz, ésta plaza os va de paso, ya que está prácticamente al lado. Y sí, Karlsplatz era nuestro objetivo. Nos costó un poco encontrarlo porque la calle en la que estábamos estaba en obras y no fuimos capaces de darnos cuenta que teníamos la dichosa plaza al lado. Pero preguntando se llega a Roma, y los vieneses son muy amables.

Karlskirche
Karlsplatz no es una de las plazas más grandes que he visto, pero es enormemente preciosa. Si a esto sumamos que había un show manga y que muchísimos ciudadanos iban extrañamente disfrazados por dentro del parque, la estancia aquí puede ser pintoresca. Existen jardincitos y cafeterías cucas en este parque, bancos y mesas curiosas y hasta paradas de productos artesanales, pero Karlsplatz se lleva la palma gracias a la Iglesia de San Carlos Borromeo, o como ellos la llaman Karlskirche.

Resulta muy agradable ver a todos los turistas sentados alrededor de la fuente a los pies de la Iglesia. Está permitido meter los pies, así que nosotros no quisimos ser menos que los demás. ¡Qué relajante! Y encima uno tiene esas impresionantes vistas de la Iglesia, al otro de lado del agua...!

Esta iglesia fue una promesa del emperador Carlos VI, y su construcción es debida a una celebración al finalizar la peste que azotó la ciudad en el siglo XVIII. Las dos columnas recuerdan a la Columna de Trajano de Roma y es posible subir a la cúpula por menos de diez euros. Nosotros no lo hicimos porque tendríamos ocasión de encontrar otros miradores mejores en la ciudad.

Karlzplatz

Ahora que he sacado el tema de la peste, os quiero solamente detallar que en esta ciudad murieron 76.000 personas, siendo una de las ciudades más azotadas por la epidemia que afectó a gran parte de Europa y que resultó siendo la más devastadora de las epidemias en la historia.

Kalrsplatz

Pero bueno, no estoy aquí, escribiendo, para contaros desgracias. Así que prosigamos. Si vais a Viena, y en especial vais a Karlsplatz, debo recomendaros (por no decir obligaros) tomar un café en una de las cafeterías más conocidas de la capital.

Cafe Museum
Encontré a muchos viajeros hablando en foros sobre el Café Museum, y como tenía pelusilla, mientras caminaba por la Karlsplatz, alzaba la vista por los edificios de los alrededores buscando la dichosa cafetería. No me costó mucho. La encontraréis al otro lado de Karlskirche, y si dejáis la iglesia a vuestra espalda, debéis dirigiros a mano derecha. Debo ser sincera, barato no es. Y probablemente os cueste el café lo mismo que en el mejor de los bares de la Rambla de Barcelona. Pero por favor: id!.

El café es conocido no sólo por tener más de un siglo de antigüedad, sino porque fue dónde se se reunían alguno de los artistas y escritores vieneses más famosos. Y no es para menos. El lugar (además de un wifi excelente) tiene una decoración maravillosa, digna de fotografiar. Os recomiendo un café y un trocito de las numerosas tartas que se exponen nada más entrar. Y si podéis elegir la Mozart-Torte, no quedaréis insatisfechos.

Café Museum

Café Museum
Una vez fuera, agradecimos que ya no hiciera aquel bochorno espantoso y que el Sol hubiera bajado, porque todavía teníamos un buen tracalete por delante.

Queríamos ir a ver la Hundertwasserhaus, de la que pensamos sería una tontería. Estábamos casi en la otra punta, así que tomamos el metro a Rochusgasse. Aún así, hay que andar cinco minutos o diez hasta llegar aquí desde la boca de metro.

Hundertwasserhaus
Valió la pena. La Hundertwasserhaus no es más que un edificio, pero la forma de puzzle que tiene la fachada y el reparto de colores hacen que sea una atracción más en la capital austriaca.

Su fachada de colores, combina con las plantas que caen sobre ella. Hoy en día, se cree que las raíces de la plantas podrían haber hecho más mal que bien, y ha ocasionado gastos innecesarios a los vecinos de la Hundertwasserhaus. Ya os avanzo ahora que no es posible entrar en el edificio. Podéis conformaros con fotografiar la fachada, visitar la galería comercial que hay enfrente y que lleva el nombre de Hundertwasser Village, o bien tomar algo en el bar contiguo, del mismo estilo que el edificio, y con una bonita terraza.

Hundertwasserhaus

 
En los alrededores de Hundertwasserhaus


Veréis que la visita aquí es muy breve. Lo justo para tirar cuatro fotos, tomar algo y como mucho pasear por los alrededores. El Sol ya estaba cayendo del todo, pero todavía nos quedaba una visita : el Prater.

La gente suele decirme que aprovecho muchísimo los días y que el tiempo me cunde. Incluso a mi a veces me sorprende que puedan llegar a visitarse tantas cosas en un día. Debo confesaros que muchas veces también vamos a tiro de escopeta, en especial los primeros días de cada viaje en que una todavía no está cansada.

Lo del Prater es increíble. En medio de una ciudad de apariencia seria, encontramos un parque de atracciones al que se puede acceder a pie. Recorrimos un parque de jardines enormes para llegar a él, y estuvimos andando como media hora desde Hundertwasserhaus. También podéis acceder aquí en Metro, claro está, hasta la parada que lleva el mismo nombre que el parque. Pero por eso de recorrer un poco los jardines vieneses, fuimos a pata.

Me gustó mucho el parque que da acceso a las atracciones. Podréis ver a muchísima gente corriendo, en bicicleta y patinando. ¡Da gusto ver gente así!.

Wienerriesenrad
Y bueno, con los pies molidos llegamos al final al parque de atracciones Wurstelprater. Nos fuimos guiando siguiendo la Noria gigante pero nos fuimos a topar con más atracciones de las que creíamos. ¿Sabíais que el Prater es el parque de atracciones más antiguo del mundo?

Fuimos directos a su atracción principal, y que viene en todas las guías de Viena: la Wienerriesenrad. Siento deciros que me decepcionó un poco. Quizá había puesto muchas expectativas en la Noria gigante, pero el precio era caro en relación a los quince minutos de vuelta que dura. 
 
Prater desde la Noria
De todas formas, debo reconocer que es enormemente grande : ¡60 metros de altura!. Lo inusual de ella es que se compone de cabinas spuer bonitas, que simulan vagones de tren. Pagando más, podéis gozar de una cabina para vosotros solos dónde poder cenar. 

La Noria fue parcialmente destruida en el año 1945, durante la II Guerra Mundial, pero se reconstruyó, aunque en la actualidad no tiene tantas cabinas como antiguamente. Su fama ha crecido desde el estreno de la película "El tercer hombre", así que ya tenéis una tarea pendiente antes de viajar a Viena! 

Prater

Os gusten o no las norias, no debéis dejar de visitar el Prater. Por lo menos, está bien pasar aquí media tarde ya que hay muchísimas atracciones (entre las que destaca un rodeo por el agua al que montamos) y restaurantes. Pensad que ésta es una de las pocas visitas en Viena de la que os podréis alejar de lo "cultural" y tirar más para el ocio, así que en mi opinión, Prater es visita obligatoria.

No hay que pagar nada por entrar, pero sí en cada una de las atracciones en las que queráis subir. Los tickets no son precisamente baratos, aunque como ya os he dicho más arriba, Viena no es una ciudad barata.

¿Os doy envidia con este perrito caliente tan rico que me comí? Pues por cuatro duros, os lo podéis comer en el mismo parque de atracciones (4,90 € el hotdog y las patatas). Nosotros nos sentamos en la terraza de un chiringuito llamado GrillerSpezialität, pero veréis que hay multitud de bares donde comer frankfurt, pizza, kebab, etc.

¡Por cierto! que el Prater no está abierto durante el invierno (más que algunos bares y restaurantes), así que tened este dato en cuenta si tenéis pensado viajar a la ciudad austriaca. El resto del año, lo podéis visitar hasta las 00.00 h de la noche.

Y ya si que después de esta visita, caminamos hacia la cercana boca de metro Praterstern, y volvimos exhaustos al hotel.

  • Lunes, 11 de agosto de 2014
Madrugamos mucho porque hoy tocaba visita cultural. Desde luego, el turismo cultural no falta en Viena.
 
¡A desayunar!


Tomamos el metro hasta Stephanplatz , el corazón de la capital. Desde luego, la plaza de San Esteban es preciosa, y destaca por la gigantesca catedral que lleva su mismo nombre.

Así, nos dispusimos a entrar en Stephansdom. Ésta es una visita obligatoria si visitáis la ciudad. La entrada es gratis, pero deberéis pagar para subir a alguna de sus torres (tiene la torre norte y la torre sur), así como si deseáis visitar las catacumbas. Nosotros nos abstuvimos de subir a las torres, y de bajar a las catacumbas, pero en ningún caso quisimos perdernos la visita al interior de la iglesia, para poder ver su mezcla de estilo gótico y barroco.

En el interior de Stephansdom


En el interior de Stephansdom

Pero sin duda, lo más bonito en mi opinión es su exterior. Su gran torre en forma de aguja con más de 135 metros es espectacular y se ve desde casi todos los puntos de Viena. ¡Es tan alta, que a una se le hace casi imposible fotografiar la catedral entera!





La plaza es uno de los puntos más turísticos. En ella encontraréis multitud de vieneses vestidos de Mozart dispuestos a venderos entradas para conciertos. Debéis saber que en julio y agosto la Ópera cierra y se sustituye por algunos conciertos nocturno, que normalmente tienen lugar en el Palacio de Schönbrunn. La entrada más barata ronda los 30 euros por persona.

En este lugar encontraréis también las mayores tiendas de souvenires, y hasta decenas de coches de caballos (fiaker) que os pasearán por Viena a la antigua usanza. Los precios, a partir de 40 euros.


Fiaker a la entrada de Stephansdom


Y como curiosidad, os dejo también una fotografia de Stephansdom en miniatura, ya que parece imposible salir con la catedral, la de verdad, entera en una fotografía. 




Los alrededores de la catedral son muy turísticos gracias a sus tiendas. Os aconsejo callejear por las callecitas más pequeñas que rodean la plaza para encontrar todo tipo de tiendas curiosas. A modo de ejemplo os dejo  esta foto : una tienda que vende artículos de Navidad, en pleno Agosto.


Alrededores de la catedral

En los alrededores de la catedral

Alrededores de la Catedral


Y como no (¡atención chicas!), podéis ir a multitud de tiendas de ropa.

Cerca de la plaza hay una enorme calle que se llama Grabben. La calle es conocida por las tiendas más exclusivas que hay en ella, casi todas de lujo. Pero también podéis encontrar tiendas más asequibles como las que tenemos aquí. En especial, el H&M, en un bonito edificio que hace esquina, y hasta el Forever21 dónde venden vestidos a 3,4,5 euros.

Reconoceréis Grabben por la estatua de la foto siguiente y que es conocida por la Columna de la Peste. Data del siglo XVII y fue esculpida por varios artistas austriacos.

Columna de la Peste

Y casi por casualidad, mientras caminábamos vimos una calle con multitud de tiendas de lujo. Al fondo, la calle parecía hacerse cada vez más estrecha, y parecía acabar con una Iglesia que cerraba todo paso. La cúpula verde no pasaba desapercibida y nos sorprendimos gratamente al darnos cuenta que habíamos llegado a la Basílica de San Pedro.

Basílica de San Pedro
Se construyó en 1773 encima de otras que fueron derruidas. En la actualidad, se puede visitar esta belleza barroca que todavía es más impresionante por dentro.

En cualquier caso, merece la pena pasearse por su exterior, ya que al parecer, Peterskirche (como se llama en alemán), está inspirada en la Basílica de San Pedro de Roma. No tenéis excusa para no ir, porque la entrada es gratis, y está abierta todos los días hasta las 20 o las 21 h, más o menos.


Peterskirche


Acabamos llegando al edificio de la ópera, por lo menos para verlo desde fuera ya que en verano no está abierta.

En los alrededores de la ópera
 
Ópera


Nos queríamos empapar de más cosas. Así que tomamos el Metro hasta Volkstheatre : íbamos a ver la Rathaus (el ayuntamiento). 

Tuvimos la suerte que entre julio y agosto se celebra aquí el Film Festival, y este año, además, se iba a celebrar un festival de gastronomía cada día durante este periodo, así que ya sabíamos dónde íbamos a comer.

Lo bueno es que pocos turistas sabían de la existencia del festival, así que no estaba muy
Festival de gastronomía.
lleno de gente, y los que habían eran en su mayoría vieneses. En el festival se ofrecía comida de varios países de Asia, así como chiringuitos de tapas, pasta, pizza, kebap, etc. También había bebida típica de muchos países, entre las que estaba la sangría, aunque yo me decanté por una especie de bebida de melón.



Festival de gastronomía

Comimos en un chiringuito llamado Ra'men, y me puse las botas de arroz y pollo con verduras. Claro que si a esto el sumas el poder contemplar la Rathaus mientras comes, la estancia es sensacional.
 

Muchísimos lugareños descansaban y hacían la siesta en el enorme parque que rodea el Ayuntamiento. Como os he dicho antes, parques y jardines no faltan aquí.

Otros, por su parte, preferían irse de cubatas por el resto de chiringuitos, del que cabe destacar el que había levantado Martini, coche de F1 incluído.

Festival  de gastronomía

La Rathaus es impresionante, de estilo gótico con una espectacular escultura en lo alto. Lástima que debido a la celebración del Film Festival, toda su fachada estaba prácticamente cubierta con proyectores, y ni siquiera valía la pena tomar una foto.

Como el calor apretaba, y con la barriga llena una siente un deseo imperial de dormir la siesta. Así que acabamos en el Café Rathaus, muy parecido al Café Museum, al igual que sus precios. Pero valió la pena sólo por poder sentarnos tres cuartos de hora, y conectarnos un poco a Internet.

La marcha proseguía, y tras el café caminamos hacia el edifico que está casi al lado: El Parlamento.

Si la Rathaus es impresionante, no os quiero contar cómo es el Parlamento. Chicos, tomad nota: ¡el Parlamento es una visita obligatoria! 

Si recorréis la Ringstrasse, lo encontraréis. Voy a hacer un KitKat para explicaros más cosas sobre la Ringstrasse. Antes ya os he dicho que es una calle circular que rodea lo más turístico de Viena. En la antigüedad, la Ringstrasse fue una muralla. Hoy en día, es sólo una enorme galería de tiendas y monumentos. 


Parlamento de Austria
Es recomendable pasear por aquí, o por lo menos recorrerla en Tranvía. Existe uno en especial, llamado Viena Ring Tram que circula cada media hora durante prácticamente todo el día (hasta las 18 o 19 h), y da una vuelta alrededor de la Ringstrasse, mientras unos monitores informan sobre los aspectos más importantes de todos los monumentos que van apareciendo.

Aquí si que debéis comprar unos tickets, y que podéis adquirir ya en el tranvía. Se llaman Ringrunde-Tickets. Para subir y bajar, debéis ir a Stephanplatz.

Y a lo que iba, el Parlamento de Austria es uno de los monumentos que podréis ver desde el Viena Ring Tram.

¡Es impresionante! La fachada me recordó un poco al estilo griego con sus gigantescas columnas y su pórtico enorme. Pero no sólo eso, las gigantescas esculturas justo a las puertas del Parlamento, en las que se representa en poder lesgislativo y ejecutivo son realmente preciosas.


Parlamento de Austria

El Parlamento fue bombardeado durante la II Guerra Mundial. Gran parte de él, se reconstruyó al finalizar la guerra, manteniendo el estilo original.

En mi opinión, basta con verlo desde el exterior, pero si sois unos fanáticos de la historia, podéis concertar visitas guiadas al interior (de lunes a sábado) por unos cinco euros. 

Parlamento
Parlamento

Y bueno, lo cierto es que estábamos un poco cansados de tanto turismo cultural. Así que la tarde que nos esperaba era fascinante. ¡No dudéis en visitar un Heuriger! Y muchos de vosotros os preguntaréis ¿qué es un Heuriger?

Pues se trata de un bar típico austriaco, dónde en su mayoría se sirve vino. Normalmente el vino es de cosecha propia, y es del mismo año (de ahí su nombre). Lo que lo diferencia del resto de bares, es que, por ejemplo, no puede servir según que tipo de comidas.Lo normal es que junto al vino, os sirvan quesos, embutidos o coliflor (sí, ya se que es terrible, pero la coliflor es increíblemente típica en Austria). Vamos, casi todo lo que pueden servir son platos fríos.

Podéis encontrar Heuriger en la misma ciudad de Viena, y de hecho os hablaré de mi bar favorito más adelante. Pero la verdad es que los Heuriger auténticos están en los extrarradios, y especialmente en un barrio llamado Grinzing, al norte de la capital. Casi os diría que Grinzing es una visita obligatoria, ya que lo podéis pasar muy bien!

Grinzing


Para llegar, tomad nota:
Hay que coger la línea 4 del Metro, en dirección a Heligenstadt, y bajar en esa misma parada, que es la última. En la misma estación, debéis tomar un autobús que sale con muchísima frecuencia (no hace falta pagar), y que es el 38A. Debéis bajar en la parada Grinzing, que es la parada central del barrio.

Allí existen varios bares Heuriger, que reconoceréis por ser bastante pintorescos, y con fachadas de colores. En especial, podréis ver en algunas puertas ramas de pino colgadas indicando que el vino está listo. Pasamos por un par de ellos sin sentarnos en ninguno (aunque era gracioso ver a las camareras con vestimenta típica austriaca) porque vimos en un mapa que la mayor concentración de Heuriger no estaba en el corazón del barrio, sino entre la colina Cobenzl y la montaña Kahlenberg.

Por ello, encontramos una parada de autobús y volvimos a tomar el 38 A hasta Cobenzl. Aquí no había mucho que ver, aunque ya que íbamos en el bus sentíamos curiosidad y bajamos.

Eso sí, Cobenzl, y a pesar de que el tiempo no nos acompañaba, es un fantástico mirador desde el que podréis ver obras como la Torre del Danubio. A veces los turistas pagamos por subirnos a torres y demás miradores cuando tenemos otros a nuestro alcance, gratuitos.

Lo más curioso fue ver una granja para niños en la misma colina a la que podéis entrar por cuatro euros. Para los fanáticos de los animalitos, o para los que viajáis en familia, aquí os dejo el link por si os pudiera interesar.

En busca del Sirbu
Y bueno, estaba lloviendo mucho, así que volvimos a tomar el autobus 38A hasta Kahlenberg. Kahlenberg ha sido escenario de muchas batallas, pero hoy en día la mayor parte de turistas que van (que no son muchos) son para visitar los Heuriger más famosos que se encuentran aquí.

Digo que no son muchos porque si llegáis hasta aquí os daréis cuenta que casi la totalidad de clientes que hay son de Viena. Algunos sólo se reúnen con amigos, mientras que otros celebran fiestas en los mismos locales.

En especial, buscábamos un Heuriger que salía en las guías y que os recomiendo totalmente por ser totalmente tradicional : El Sirbu.

Tal cual nos dejó el autobús en la plaza que hay, dejamos atrás la Universidad y echamos a andar por un camino rodeado de bosque. No había un alma, y constantemente nos preguntábamos si estábamos caminando por el lugar correcto. Tuvimos que andar cerca de veinte minutos entre viñedos y bosque, sin ver a nadie, y bajo la lluvia. Pero finalmente valió la pena porque dimos con el Sirbu. ¡No os perdáis esta visita!

Las vistas desde Sirbu son espectaculares. Además, podéis sentaros dentro o en la terraza de fuera mientras coméis alguna cosa y bebéis vino. Para los que viajáis con enanos : hay un pequeño parque para ellos.

Sirbu

En definitiva, el Sirbu Heuriger es como un escondite en medio de una ciudad civilizada como Viena, totalmente rústico, típico y desde el que podréis ver el Danubio. Si vais en coche, ningún problema para aparcar.

La borrachera está asegurada.

Dejamos atrás Sirbu y volvimos a coger el autobús 38A, esta vez, para bajar del todo hasta la estación. Ya habíamos hecho la gracia, y ahora tocaba regresar a la ciudad.

Íbamos con muchos planes, pero el tiempo empeoraba a la vez que tomábamos el Metro hasta Landstrasse. Eso, sumado al agotamiento que llevábamos encima, nos llevó a cenar en el McDonalds que hay  en el enorme centro comercial de Landstrasse, y volver al hotel a dormir.

Mañana sería otro día.
  •   Martes, 12 de agosto de 2014
Hoy iba a ser nuestro último día entero en Viena, porque el miércoles debíamos partir a Praga. Nos esperaba un día duro.

Dejamos para éste último día nuestra visita al lugar al que todas las guía señalan como la más obligatoria de las visitas. Pero francamente, la idea de tener que pasar una mañana en el Palacio de Schönbrunn me horrorizaba. Pensaba que me iba a esperar un tostón del bueno, pero no sabía lo equivocada que estaba, puesto que finalmente ésta sería una de las mejores visitas que hice.

Por cierto, que para llegar aquí, y puesto que está un poquillo lejos, basta con tomar el Metro hasta la parada que lleva el mismo nombre que el palacio.

Si las paredes del Palacio pudieran hablar dirían de todo. En principio, la mayor parte de turistas conocen el Palacio de Schönbrunn por ser el lugar dónde vivió Sisi la Emperatriz. Pero es más que eso. Aunque sus primeras construcciones empezaron ya en el siglo XVI para ser residencia de los Habsburgo, la mayor importancia del Palacio viene desde que María Teresa, la única mujer soberana de Austria, se instauró aquí durante las temporadas de verano y ordenó ampliarlo y decorarlo al estilo rococó.

Palacio Scönbrunn

Por eso de la austeridad, se pretendió crear un Palacio pequeño, que finalmente acabó teniendo 1441 habitaciones, y pasaría a ser conocido como el Versalles Vienés.

María Teresa tuvo 16 hijos, pero hoy en día a la que más recordamos es a su hija Maria Antonieta. Maria Antonieta vivió aquí durante su infancia hasta que contrajo matrimonio con el Rey de Francia. En mi post sobre París, podréis leer más cosas sobre ella, ya que vivió sus últimos días encarcelada en la Concergerie parisina, y fue finalmente guillotinada, ejecución que desencadenó la guerra entre Austria y Francia. Se dice que su famosa frase  "si el pueblo no tiene pan, que coma pasteles", fue uno de los detonantes de la Revolución Francesa. 

Y como os he dicho, también vivió aquí Sisi la Emperatriz, con sus rarezas que iban desde una estricta dieta (de hecho era anoréxica), hasta el hecho de no haberse cortado nunca el pelo y tener una cabellera que le llegaba a los tobillos. Sisí la emperatriz era realmente extravagante, y dicen que no estaba muy bien de la cabeza. No le gustaba la vida del Palacio, así que se pasó media vida viajando hasta ser asesinada en Ginebra.

Con toda la historia a sus espaldas, hoy en día el Palacio de Schönbrunn es una verdadera obra de arte. 
Palacio Schönbrunn

Hay varias posibilidades en cuanto a las entradas. Como me caéis bien, me he permitido traer un folleto con los precios para que podáis ir organizando cositas desde casa. Con lo cual este es el precio de las entradas al Palacio de Schönbrunn (para el año 2014):


  • Entrada Imperial Club  (11,50 € ) - os da derecho a ver 22 salas del Palacio y la visita dura unos 30 - 40 minutos.
  • Grand Tour (14, 50 € ) - os da derecho a ver las 40 salas del Palacio (una hora)
  • Classic Pass (18, 50 € ) - os da derecho a ver las 40 salas del Palacio, además de la posibilidad de subir a la Glorieta, ver los Jardines del Príncipe, y entrar en el Jardín Laberinto. La visita total dura cerca de 4 horas.
  • Classic Pass Plus ( 21,50 €) - os da derecho a lo mismo que la Classic Pass, pero además os hacen demostraciones de repostería con derecho a degustación gratuita.
  • Gold Pass ( 39,90 €) - Os da derecho a lo mismo que la Classic Pass Plus, además de poder ver la Casa del Desierto, el Museo de las Carrozas de Viena, y el Zoo
En mi opinión, es suficiente con que escojáis la Classic Pass (18,50€) y si tenéis tiempo y ganas, adquiráis una entrada independiente para poder ver el Zoo. La entrada del Zoo se compra en la misma puerta, y cuesta 10 euros.

Como ellos te asignan la hora a la que puedes entrar a las instalaciones del Palacio, y todavía quedaba media hora para que pudiéramos acceder, nos dimos unos paseos por los exteriores del mismo.

En los exteriores del Palacio Schönbrunn

Fuente en los jardines del Palacio de Schönbrunn

Finalmente, a las 11h pudimos entrar. Nos dieron una audioguía que ya va con la entrada incluída y resultó ser bastante útil. ¿Por qué no habría comprado audioguías en mis anteriores visitas? En definitiva, pudimos recorrer multitud de habitaciones del Palacio mientras escuchábamos sus respectivas historias.

¿Os he dicho que el Palacio Schönbrunn también fue ocupado por Napoleón? 

No dejaban hacer fotos en el interior del Palacio. Así que chic@s, debéis conformaros con ver, de momento, las fotos de su exterior.

La visita duró exactamente una hora. Y todavía nos quedaba por delante las demás visitas que podíamos realizar con el ticket que habíamos comprado. Ya habíamos salido al patio anteriormente, mientras esperábamos nuestro turno para ver las habitaciones del Palacio. Pero de nuevo tendríamos que pisar los jardines para poder ver el increíble monumento que se asomaba a través de las ventanas del palacio : La Glorieta.


La Glorieta


El palacio desde la Glorieta
Fue Maria Teresa, de la que os he hablado antes, la que ordenó construir la Glorieta. Con un estilo clásico, se alzó sobre una pequeña colina y por lo tanto, hay que andar un poco en pendiente para llegar a ella. 

En función de la entrada que hayáis adquirido, tendréis la oportunidad de subir al balcón superior a través de unas escaleras. Tranquilos, las escaleras son pocas. Por lo tanto, la Glorieta es otro de los excelentes miradores que podéis encontrar en la capital austríaca. ¡Incluso en el mismo edificio de la Glorieta podréis gozar de un cafelito!


Esculturas en la Glorieta

Y como todavía quedaba mucha visita por delante (sí, es lo que tiene el Palacio), llegamos hasta el laberinto de jardines.


El jardín laberinto es de lo más curioso. Bueno, claro, es que yo nunca había estado en un jardín así, y además sólo lo había visto en películas. Y al verlo de fuera pensé ¡menuda gilipollez! Pero lo cierto, es que me perdí constantemente, y me llevó un tiempo encontrar la salida.


¡En un sitio así disfrutan hasta los adultos! 


Jardín laberinto



La salida se premia con una plataforma a la que podéis acceder para ver cómo el resto de pardill@s se pierden entre las enormes plantas de los jardines.

De bajada, también vimos un Zoo, al que por falta de tiempo no fuimos. ¿Un zoo en un palacio? ¿y pretendía ser un palacio pequeño, de veras?

Ya casi cuando estábamos a la salida, recordamos que habíamos dejado atrás una zona de los jardines sin ver. Así que volvimos, puesto que yo recordaba haber visto desde lo lejos un obelisco y, como no, todo lo que tenga que ver con Egipto me llama la atención.

Pero me temo que el Obelisco del Palacio de Schönbrunn es lo que me llamaríamos un fake  y no tiene nada que ver con Egipto. De todos modos, aquí os dejo una foto. Señores, hagan sus apuestas.


Obelisco en el Palacio de Schönbrunn


Y ya por fin, cuando no nos sentíamos ni los pies nos despedimos del Palacio.La verdad es que los primeros días son llevaderos. Pero al ritmo frenético al que vamos cada vez que hacemos turismo, es normal que al tercer día empecemos a querer morir.

Spittelberg
El tiempo no acompañaba, así que tomamos el Metro para ver un barrio pequeñito del que había leído maravillas en foros y guías. Basta con que paréis en la parada de Museumsquartier para llegar a Spittelberg.

Éste es un barrio comparable al Trastevere de Roma por su encanto: calles pequeñas y peatonales, terrazas y plantas. Por favor, venid aquí y dejaros perder por sus callejuelas. ¡Qué idílico todo!.

La lástima fue que entre el tiempo, y la hora que era, casi todo estaba cerrado. Así que, paradójicamente nos vimos como españoles, visitando Viena y comiendo en un restaurante Hindú.

De aquí, tomamos otro metro después de comer. Está claro que nos hubiera gustado más callejear, pero hacía muchísimo frío y no había un alma por la calle con la lluvia que habíamos pillado. Así que a través de la línea 4 llegamos a nuestra parada Kettenbrückengasse. ¡Por fin íbamos a ver el Naschmarket!

Se agradece mucho una visita de este tipo entre tanto templo y palacio. Era una visita muy esperada (que obviamente pudo estar mejor si no hubiera llovido) y que no nos defraudó. ¡Chicos, sacad papel y boli y apuntad Naschmarket como visita obligatoria!

Aquí podéis encontrar varios restaurantes, sobretodo asiáticos y de pescados. El precio similar al resto de restaurantes. Pero en la misma calle larga dónde se alza el mercado, también podéis encontrar bares (y cervecerías, concretamente) y sobretodo muchísimas paradas de comida.

La comida que se vende es curiosa, desde especias más típicas de Asia, hasta aceitunas rojas gigantes. A uno le entre el hambre en este lugar, a pesar de haber comido antes de venir. Eso sí, el mercado cierra a las 18.30 h de lunes a viernes, y los sábados a las 14. Los domingos ni siquiera abre.

En media hora podéis visitar el Naschmarket. Eso si no paráis a tomar algo o a comer. 

Nuestra siguiente visita fue al otro palacio, al Palacio Hofburg. A la hora que era, el palacio ya no se podía visitar, porque eran más de las 18h. De todas formas, debo confesar que justo por la mañana habíamos visto el Palacio de Schönbrunn y tenía colapse de palacios. En este, al igual que en el anterior, vivieron los Habsburgo. Hofburg, de todos modos, aparece como una visita obligatoria en todas las guías por la riqueza cultural que ofrece, a lo que hay que sumarle que la visita se hace con la audioguía.



Palacio Hofburg

Por nuestra parte, encontramos la fachada en obras, y se nos pasaron las ganas de tirar fotos. Esto es la Ley de Murphy, allá a donde voy, hay andamios.

De todas formas, y antes de meternos en el Café Griensteidl situado justo delante del Palacio, tuvimos la oportunidad de contemplarlo un poquito y tirar cuatro fotos.





El café Griendsteidl es igual que todas las cafeterías famosas de la ciudad. La mejor palabra para describirlo es majestuoso. Tardan un poco en servir, es cierto, pero tienen wifi para que la espera no se haga eterna.

Quizá éste es todavía más grande que el Café Museum, que habíamos visitado el primer día. Si podéis merendar un trozo de tarta aquí, o por lo menos tomar un café (como fue nuestro caso) o un té verde, os marcharéis satisfechos. ¿Los precios? Caro, como todos los anteriores, aunque valga la pena.

El frío iba in crescendo, así que al salir del bar no tuvimos más remedio que volver al hotel a darnos una ducha calentita y coger más ropa. Vale, también estuvimos perreando un ratito, pero salimos más que listos para cenar en el que sería el mejor bar de Viena.

Zwolf Apostelkeller
¿Recordáis que más arriba he hecho mención a los Heuriger de Grinzing? Existe uno, para el que no hace falta ir a Grinzing, y que fue mi favorito: Zwölf Apostelkeller. Sólo nombrarlo me da un vuelco el estómago y tengo ganas de explicaros lo bonito que es.

Para empezar, el local está muy cerca de la Catedral de San Esteban, en la calle Sonnenfelsgasse. Os lo explicaría, pero creo que os liaréis menos si véis el google maps. El bar parece normal desde su exterior, pero hay que bajar unas escaleras dónde la sorpresa os aguarda. De pronto allí, nos esperaban unas cuantas mesas, músicos en directo, olor a comida, cerveza, vino y una decoración de lo más variopinta y digna de fotografiar.

Concretamente, la traducción de Zwölf Apostelkeller es la Bodega de los Doce Apóstoles. Así que ya suponéis cómo está decorado.

Zwolf Apostelkeller

Bueno, ya os he dicho antes que en este país la coliflor está a la orden del día. No quiero desalentaros, pero en muchos platos, incluidos en este restaurante, el acompañamiento no son patatas fritas, pero sí coliflor. Asimismo, los grandes amantes del queso encontraréis aquí vuestro plato. Yo, que no soy ni gran amante de una cosa ni de otra, cené estupendamente de todos modos!

Zwolf Apostelkeller

Aquí os dejo un vídeo de pocos segundos para que os hagáis a la idea del ambiente que hay. Es el primer vídeo que subo al blog, así que espero que se vea bien. De lo contrario, os agradeceré que me escribáis un comentario con una pequeña riña.



Os animo a visitarlo, teniendo en cuenta que en mi opinión es una visita obligatoria. Está abierto hasta las doce de la noche.



Y a pesar del cansancio, y que parte de nuestro cuerpo nos suplicaba ir al hotel a descansar, por nada queríamos perdernos Viena de noche.

Stephandsdom


Viena de noche tiene mucho ambiente. Gran parte de las tiendas de souvenires estan abiertas. Quiero hacer un paréntesis para enseñaros la foto de una postal que nos hizo muchísima gracia. Muy apropiada para cuando le dices a tu familia que vas a viajar a Austria, y te dicen : "ah, dónde los canguros, ¿no?" A lo que te dan ganas de responder : "por supuesto, sólo me llevaría quince hora más de vuelo, pero casi"




Ni de lejos en Viena hay la marcha que encontraréis en Praga. Si vais a hacer un viaje que incluye Praga y Viena ya os podéis mentalizar de que Viena se parece a Praga lo que un huevo a una castaña.
Ópera


En Praga podéis encontrar fiesta de la buena, y gente a diestro y siniestro. Viena es más tranquila, civilizada, limpia y sus ciudadanos son extremadamente respetuosos. De hecho, Viena es la tercera ciudad más segura del mundo.

Y la majestuosidad de Viena sigue siendo visible aún cuando cae el Sol. Los edificios emblemáticos y las plazas se iluminan y se transforman en un entorno romántico.

Albertina


Lo que véis aquí arriba en la foto es Albertina. Es un Museo del que oiréis hablar bastante si vais a Viena, principalmente porque contiene miles y miles de dibujos y grabados. A pesar de que podéis ver obras de grandes artistas como Monet, Picasso, Miró, Cezanne y Renoir,  sólo os recomiendo visitar el Museo si sois grandes amantes del arte. En especial si vais con el tiempo justo, es preferible que visitéis otras cosas, como todas las que he mencionado durante el blog.


A estas alturas, ya casi habíamos visitado lo más importante de la ciudad. Pero todavía teníamos un asunto pendiente que era recorrer parte de la Ringstrasse a pie. Anteriormente hemos hablado de ella, y os he dicho que es una calle en forma circular que rodea los puntos más emblemáticos de la ciudad. Pero todavía no sabía que contenía la Ringstrasse en sí.

Por ello, fuimos caminando de vuelta al hotel por esta calle. La Ringstrasse, además de todo lo que os he explicado anteriormente, es una gran avenida dónde se sitúan las tiendas más lujosas, enormes oficinas, y los bancos más importantes. Y daba gusto pasear por ella.


  •   Miércoles, 13 de agosto de 2014 
Bueno, hoy era el cuarto día y teníamos que partir. Como os he dicho, 3 - 4 días son suficientes para ver lo más importante de Viena.

Muchos de vosotros, vais a estar o habéis estado en Viena, y vais a ir o habéis ido también a Praga. Si después de este viaje, volvéis a casa, podéis leer de nuevo al principio de todo acerca del transporte que comunica el centro con el aeropuerto.

Si después de este viaje vais a Praga, cosa que aconsejo (y además, aconsejo hacerlo en el orden Viena y después Praga), podéis hacerlo en avión, tren o autobús.

Descartamos el avión porque es muchísimo más caro que las otras dos opciones. Si queréis ir en tren, podéis comprar el ticket por 30 euros, como mínimo, en la web Czech Transport.

Como no fue nuestro caso, y lo pillamos en el último momento, el precio del tren subió considerablemente y tuvimos que contratar un autobús. Elegimos la compañía Student Agency y la verdad es que todo genial, porque aunque pensamos que cinco horas de trayecto sería un tostón se hizo bastante ameno. Tuvimos la ocasión de parar media horita, y además una vez se entra en República Checa hay wifi en el bus. Eso sumado a auriculares y pantallas en los asientos. El precio por el trayecto fue de 18 €, precio irrisorio.

Si vais a hacer el trayecto en autobús tendréis que ir a la estación de bus Stadium. Es una estación relativamente nueva, por eso algunos ciudadanos no os podrán ayudar si preguntáis cómo llegar. Ya os lo digo yo. Debéis tomar la linea 2 de Metro hasta la parada Stadion. Justo al salir de la boca de Metro, encontraréis a mano derecha un gran centro comercial, que debéis medio rodear hasta la parada de autobuses, que veréis enseguida.


Subí al autobús sin saber lo que Praga iba a deparar. Pero sí sabía que iba a echar mucho de menos la majestuosidad austriaca, el habla alemana, los heuriger y el sabor del café austriaco.



¡No olvidéis poner un comentario si os ha gustado la entrada!












7 comentarios:

  1. Voy a visitar Viena a finales de mayo i creo que
    seguire tus consejos.Seguro que algo me dejare pero
    seguro que encontrare otros.Los viajes siempre son
    aven turas i todos son diferentes. Gracias.

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  2. Voy a visitar Viena a finales de mayo i creo que
    seguire tus consejos.Seguro que algo me dejare pero
    seguro que encontrare otros.Los viajes siempre son
    aven turas i todos son diferentes. Gracias.

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    Respuestas
    1. Hola Pere!! Tomate un vinito en el Zwölf Apostelkeller a mi salud!
      Tienes razón, todos los viajes son diferentes y cada uno los vive y los percibe a su manera. Si tienes alguna duda, la que sea, aquí estoy. Y por cierto has elegido un buena época! Saludos.

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  3. Me encanto tu relato de Viena! Voy en Enero, así que apunté muchísimas cosas, saludos desde Argentina!

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    1. Muchas gracias Silvana!
      Te invito a ver mi nueva Web www.lizviajera.com y también puedes buscarme en FB y podré resolverte cualquier duda que tengas sobre el viaje.un abrazo!

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  4. Me ha gustado mucho tú relato: en Mayo visitaré Viena; un saludo.

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  5. hola buenas
    tengo un grave problema, mi vuelo de vuelta sale desde el aeropuerto de viena a las 6 de la mañana por lo que tendria que estar allí a las 5. he estado mirando el transporte publico pero no me queda claro lo que tendría que coger, si hubiera líneas...
    me podrían ayudar diciendo que tendría que hacer.
    gracias

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